En este sábado preámbulo del día, sin vacilar nos ponemos de inmediato en tu presencia
ORACIÓN
“Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.” (Hechos 4:31).
¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: En este sábado, preámbulo del día que nos habla de la eternidad, sin vacilar nos ponemos de inmediato en tu presencia, porque vemos que la vida nos apremia y nos invita a movernos, a levantarnos sin esperar a que otros lo hagan y nos sean ejemplo.
Es por ello que nos ponemos de pie de inmediato para trasladar nuestra mente a el lugar de tu majestad y, en ese silencio, entrar en comunión con todo lo excelso, con lo divino, con ese mundo inmaterial, donde la paz se goza, donde la alegría nos despierta totalmente, agudiza todo nuestro espíritu y hace que nuestra alma se llene de todo lo que tanta falta le hace.
Es aquí donde se comprende que lo realmente importante es cuidar de nosotros mismos
Porque cualquier descuido nos dejará atrasados y sin experimentar crecimiento, desarrollo y madurez.
Aquí caemos a la cuenta de que si no despertamos y comenzamos nuestra tarea de construir NUESTROS SUEÑOS, no nos quedará más remedio que sean otros quienes nos contraten para construir los suyos, posponiendo los nuestros y dejándolos en el abandono irresponsable.
Aquí no tenemos porqué arrepentirnos de que nuestro pasado haya sido bueno, mediocre o malo. Fue una gran enseñanza que debemos aprovechar para no repetir los mismos errores. Trabajar en medio del silencio y en privado es lo más sabio.
No debe importarnos a quién le interesamos, sino que tú, Padre Santísimo, seas quien a cada avance nos des tu aprobación y palabras de aliento, para que nuestro trabajo sea de calidad insuperable.
En esta etapa nos es necesario y conveniente controlar al máximo nuestras emociones. Aquí, agudizamos nuestra inteligencia, y de encontrar a alguien que nos supere, en vez de envidiarlo, vamos a él para que nos aconseje y aprendamos de él.
Cuando nos venga un tiempo tormentoso y difícil de superar, vamos a poner en juego la paz interior, porque sin ella, nos va a ser imposible que controlemos nuestros pensamientos encontrados y las emociones que se pueden tornar incontrolables.
Es justamente la paz la que nos hará orar y sin dejar de hacer lo que nos exige la situación
Tus mismos ángeles vendrán en nuestro auxilio y ellos serán nuestros más eficaces aliados para que ese tiempo de negros nubarrones y de densa oscuridad pronto termine y, la luz de la esperanza brille ante nosotros con bellísimo esplendor.
Los mismos Apóstoles de tu hijo amado, cuando se vieron solos, entraron en oración hasta que en medio de sus mil temores, cuando su súplica llegó al clímax, de pronto vino sobre cada uno de ellos el fuego divino del Espíritu Santo.
Que los revistió de poder, de valor, de fe, de amor, de entusiasmo y los llevó a proclamar el mensaje de salvación hasta el mismo lugar santo porque ellos ya estaban autorizados y llenos del poder celestial que los llevó a comprender la importancia que reviste la oración y la estadía en tu presencia para poder desvanecer todo lo que ni siquiera debía estar en sus corazones ni en sus mentes.
Ellos fueron los primeros en confirmar su grata experiencia: “Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno”. (Hechos 4:31)
Padre Santísimo: ¡Bendito seas con tu hijo amado y el Espíritu Santo que nos concede recuperar nuestra prístina belleza y nuestro excelso poder! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+