La Piedra que Morena Clava en la CNDH
Por: Adrian Arévalo
Por muy maratónica, caótica y simbólica que haya sido la sesión en el Senado para reelegir a Rosario Piedra, la reelección misma no fue sorpresa. Lo que comenzó como un débil intento por lograr acuerdos entre las filas de Morena terminó en un espectáculo absurdo, con “Las Mañanitas” entonadas en honor al exmandatario y con el grupo mayoritario –obediente y alineado– decidido a clavar una piedra en la institución encargada de proteger los derechos humanos.
A Rosario no la defendió ni el consenso, ni la razón, ni siquiera su propio desempeño, sino la voluntad de un partido que no conoce el freno.
La CNDH, bajo la administración de Piedra, fue evaluada como una de las más deficientes en la historia. Pero, en lugar de escuchar las quejas y evidencias presentadas por la oposición y organizaciones de derechos humanos, los senadores de Morena se encargarían de entregarle un nuevo periodo con la mayor impudicia. Porque aquí, “casi todo es otra cosa”: la defensa de los vulnerables no se trata de proteger a las víctimas, sino de construir un blindaje político que prioriza al régimen por encima de todo, incluso del propósito mismo de la institución.
En medio de la absurda danza de papeletas, con Adán Augusto López jugando su rol de operador duro, Monreal, el estratega calculador, y otros legisladores morenistas vigilando que nadie traicionara la línea, se tejía una trama que revelaba mucho más de lo que querían dejar entrever. “¿Votemos en secreto o con los nombres en cada cédula?”, parecía la única interrogante del día. No porque temieran la transparencia, sino porque sabían que algunos de los suyos, en la privacidad del voto, se rebelarían contra esta “piedra” impuesta.
Por supuesto, la oposición no se quedaría callada. Ricardo Anaya y Claudia Anaya destaparon públicamente las miserias de la gestión de Piedra: desde las miles de quejas ignoradas contra la Guardia Nacional y el Ejército hasta su comportamiento sumiso frente al poder. “No votamos por Rosario porque no defiende a las víctimas, sino al sistema”, recalcó Anaya. Y la verdad es que, en un país donde las cifras de violaciones a derechos humanos aumentan, la defensora del pueblo ha sido más defensora del gobierno que de los ciudadanos.
Al final, el regalo de cumpleaños se entregó con bombos y platillos: una piedra que, lejos de fortalecer a la CNDH, ahondará su descrédito y la aislará aún más de la ciudadanía. La ironía es brutal. Mientras el régimen asegura estar del lado de los pobres y desprotegidos, coloca al frente de la Comisión a una figura que, en un 99% de las quejas, ha estado del lado de los opresores. Rosario Piedra Ibarra será recordada, no como la salvadora de los derechos humanos, sino como un obstáculo impuesto que –al igual que tantas otras figuras– tiene el respaldo de la Cuarta Transformación para poner una barrera entre la justicia y el poder.
Así, la 4T demuestra que el derecho humano fundamental en su administración no es la protección de los ciudadanos, sino la protección de su proyecto.
La del estribo
“Al final, los derechos humanos quedaron bajo el peso de la misma piedra que se afanaron en levantar; una piedra que no escucha, no ve y, lo que es peor, no siente. Bienvenidos a la Cuarta Transformación: donde proteger al poder es la única forma de proteger al pueblo.”