Ganaderos del Oriente: ¿para qué otra ley?
Por Gínder Peraza Kumán / Otro enfoque político
Piensa mal y acertarás, decía mi padre, don Venancio Peraza Campos, parafraseando a su papá, mi abuelo don Santiago Peraza Escalante, uno de aquellos campesinos de principios del siglo 20 que tenían el honor como el mayor patrimonio que podían dejar a sus hijos, ante quienes aseguraban que, por la conducta intachable y el respeto a sus mayores que los caracterizaba, se podían presentar como buenas personas. “Mi palabra vale más que el dinero”, decía don Santiago, carnicero y comerciante en Dzilam González y pueblos de los alrededores.
Ciertamente estamos hablando de tiempos pasados cuando mencionamos a esas personas, porque en la actualidad muy poca gente practica la honradez y desprecia la corrupción. Y difícilmente alguien podría negar que un muy elevado porcentaje de personas que deciden incursionar en la política lo hacen para trata de sacar algún provecho personal, más que para luchar por causas de beneficio colectivo.
Quisimos hacer este preámbulo antes de entrar en materia, y la materia es hoy, desde nuestro muy personal enfoque, el trabajo que está realizando por estos días el Congreso del Estado, que implica el análisis de situaciones tan disímbolas como, para poner ejemplos reales: una nueva Ley Ganadera para el Estado, y un ordenamiento nuevo que saque por fin al Instituto de Seguridad Social para los Trabajadores del Estado (ISSTEY) de las miasmas en que se encuentra desde hace muchos años, debido al mal manejo de los fondos que se descuentan a los trabajadores burócratas estatales en el pago de cada una de sus quincenas.
De acuerdo con informaciones que recabamos en internet, que obtuvimos de otros compañeros reporteros, y que también conseguimos en el interior del estado en poblaciones como Buctzotz y el propio Tizimín, el miércoles 7 de septiembre próximo pasado se presentó ante la sesión plenaria que celebraban los legisladores locales el diputado panista Esteban Abraham Macari, quien vestía atuendo completo de vaquero –camisa, pantalón y botas– y, con el sombrero en la mano, descubierta la cabeza en señal de respeto a los presentes, les informó que venía a presentar una iniciativa para abrogar la actual ley Ganadera del Estado y sustituirla con otra denominada Ley de Desarrollo Ganadero, cuyo principal objetivo sería ajustarse a las necesidades, requerimientos y circunstancias actuales, a fin de dar respuesta efectiva a los problemas que enfrenta el sector pecuario.
El legislador citó partes del conceptuoso discurso con que fue envuelta la citada iniciativa de ley. Con la experiencia que dijo haber logrado al convivir desde pequeño en el ambiente ganadero, Abraham Macari explicó que “el mundo cambia día con día, la globalización económica, la tecnología, las nuevas políticas de comercialización y las nuevas formas y prácticas de hacer las cosas demandan la adecuación de leyes que vayan acordes con el mundo en el que hoy se vive, que garanticen orden, certeza y justicia”.
También indicó que “voy a llegar a la verdad y justicia que encierran esas frases, pero tampoco se puede negar que el Señor Abraham, si es que interviene en su elaboración, con toda seguridad y no podrían aprobarse la totalidad de esos conceptos tan altos y tan llenos de sabiduría y afán de justicia”.
Abraham Macari apuntó que Tizimín es desde hace unos cuatro años el lugar donde residen los mayores poderes y fortunas ganaderas del estado. Ahí tiene su sede la Unión Ganadera Regional del Oriente de Yucatán (UGROY son sus siglas) y era dominada por el polémico ganadero Luis Cepeda Cruz, oriundo del municipio de Buctzotz, desde donde logró dominar esa agrupación ganadera, aplicar una estrategia que era tan sencilla como efectiva, y que consistía en formar asociaciones ganaderas locales (AGL) , lo que le permitía aumentar en su beneficio el número de socios de la Ugroy, de manera que se generó una situación tensa entre Cepeda Cruz y los más grandes ganaderos del municipio de Tizimín, pues a éstos no les parecía correcto que el demagógico líder de La Unión asumiera por sí solo la representación de los más encumbrados ganaderos sí atiende a los ganaderos del Oriente yucateco.
A Cepeda Cruz lo vimos enfrentarse en una asamblea anual a los ganaderos más ricos y mejor posicionados en la política, que le reclamaban el hecho de que él tomara decisiones sin consultar frecuentemente sin consultar a los productores antiguos, los cuales estaban acostumbrados a acaparar la mayor parte de los apoyos y subsidios que llegaban para la críanza de ganado.
Al bronco ganadero no le molestaban en absoluto las reclamaciones y una que otra amenaza que le lanzaban los padres fundadores de la ganadería tizimileña. El se dedicaba a crear nuevas AGL, para asegurar que en cualquier asamblea que se celebrara él siempre tendría la mayoría que le daban los pequeños grupos de ganaderos que él había legalizado o impuesto al nivel de urgencia, cuando producía cientos o miles de animales para sacar el mercado en un determinado número de meses, obteniendo beneficios que multiplicaban por 8 ó 10 veces loque con mucho trabajo lograban los “ganaderos chicos”.
Astuto como pocos, Cepeda logró acercarse a poderosos integrantes del gobierno estatal, que recibía en beneficios económicos y en especie del exalcalde de Buctzotz. Pero algo le tenía que salir mal a Cepeda, quien también ostentaba el poder en el comité municipal del PRI en Buctzotz, al más puro estilo priista de repartir apoyos, comprar votos y organizar fiestas con abundancia de comida y licores.
Pero no hay mal que dure 100 años ni tonto que los aguante. Cepeda Cruz tuvo el atrevimiento de retener para así parte de los sueldos y remuneraciones que deben cobrar los ingenieros y otros especialistas que formaban brigadas de inspección en las carreteras de entrada a Yucatán, retenes para vigilar que no pasarán al estado ganado o productos cárnicos que pudieran contener algún tipo de enfermedad que plaga al hato ganadero yucateco.
Las quejas y reclamaciones de los ingenieros contra Cepeda fueron del dominio público gracias a los periódicos yucatecos, y entonces más de uno exigió que el gobierno estatal de Yucatán se pronunciara a favor o en contra de una solución que les diera lo justo a los especialistas agropecuarios.