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ORACIÓN “¡Crea, oh Padre Santísimo, un corazón nuevo!”

ORACIÓN “¡Crea, oh Padre Santísimo, un corazón nuevo!”

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ORACIÓN “¡Crea, oh Padre Santísimo, un corazón nuevo!”

Crea, oh Padre Santísimo, un corazón nuevo. ¡Bendito seas en este nuevo lunes, día tan especial que has hecho para nosotros! En él nos gozamos y nos regocijamos, porque nos comienzas a dar una probadita de todo lo bello que está por venir en medio de tantas calamidades.

¡Ahora no cabe duda de tu amor, de tu bondad, de tu misericordia y de tu generosidad! ¡Gracias, Padre Santísimo, porque vemos al final de este año nuevos destellos de tu poder, ¡de tu riqueza y de tu bondad extraordinaria para con nosotros!

¡Gracias Padre Santísimo, porque cada amanecer que nos concedes es diferente en belleza, en bondad y en todo, porque nuestros ojos del espíritu ven cómo tu luz les esclarece más y más las realidades que en otro tiempo estuvieron ocultas por nuestra ignorancia, por nuestra negligencia y por nuestra impotencia!

ORACIÓN “¡Crea, oh Padre Santísimo, un corazón nuevo!”

Padre Santísimo: ¡Crea en nosotros UN NUEVO CORAZÓN LIMPIO; ¡Y RENUEVA UN ESPÍRITU RECTO EN NUESTRO INTERIOR! Con esta nueva regeneración podemos esperar que se realice en nosotros día tras día esa promesa del Espíritu Santo: ¡No hemos de morir! ¡Viviremos para proclamar las obras del Señor!

Padre Santo: ¡Nos has castigado con dureza, pero no nos entregaste a la muerte! ¡Ábrenos las puertas de la justicia para que entremos a darte gracias! tu hijo amado es la puerta y por ella solo entramos los justificados por su sangre.

Porque venimos a agradecerte porque nos estás respondiendo día a día, ¡porque en tu amado hijo encontramos la salvación! Gracias, Padre Santísimo, ¡por habérnoslo enviado!

Gracias por haberlo hecho tan semejante a nosotros, ¡menos en el pecado! Gracias porque la Navidad no es ni será como las del ayer, ¡sino divinamente extraordinaria!

Gracias, Padre Santísimo, porque esta navidad del 2023, será una Blanca Navidad, porque nuestros corazones y nuestros espíritus estarán más y más y más blancos que la nieve, porque seremos más y más creativos y todo por ¡CREER EN TI Y CREERTE A TI!

Desde la antigua alianza nos prometiste darnos un corazón y un espíritu nuevo.

Nos aseguraste que tendríamos un nuevo corazón de carne y quitarías de nosotros el de piedra. Por eso tu hijo amado proclamó de manera solemne:

“Hijos de mi Padre: ustedes son bienaventurados, porque el Espíritu Santo los ha limpiado en sus corazones; porque sus ojos estarán capacitados para contemplar lo divino, lo excelso, lo extraordinario, lo maravilloso y lo sensacional, pero con los pies bien puestos en la tierra, con sus corazones y sus espíritus como águilas volando y gozando en las alturas celestiales.”

Antes de finalizar este año, nuestros ojos del espíritu ven con toda claridad que en nuestro interior estás tú, Padre Santísimo, y depositas en nuestro interior un espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Vemos y constatamos que has arrojado ese espíritu maligno de la cobardía, de la inseguridad, de la insensatez y de la miseria.

Gracias, Padre Santísimo, porque ahora ya estamos revestidos de poder y nuestras palabras están dotadas de autoridad. Ahora sí que podemos decir a todo espíritu maligno: ¡Vete de aquí y no vuelvas más!  Ya hasta el mismo espíritu de enfermedad nos teme, porque nuestras palabras tienen tan gran poder que ya no somos los mismos del ayer: ¡Somos una nueva creación dotada del amor omnipotente y divino!

Gracias, Padre Santísimo, porque hoy más que nunca estamos como esos siervos en las áridas montañas.

Clamando por el agua viva que solo se encuentra en ti. Tu hijo amado nos presagió este momento que comenzamos a disfrutar, cuando exclamó: “¡Ríos de aguas vivas brotarán de los corazones de quienes en Mí creen!”

Creemos en ti, Padre Santísimo, y también creemos en tu amado hijo y a partir de hoy somos no solo una nueva creación, sino que revestidos de amor y de poder divino.

Vamos a ser la extensión de los brazos de tu hijo amado para terminar nuestros días sobre la tierra, haciendo solamente el bien sin distinción de razas, de credos, de nacionalidades ni de clases sociales.

Porque solamente sabemos amar, porque solamente sabemos creer y crear; porque solamente nuestro final es de una alegría extraordinaria e increíblemente maravillosa. ¡Bendito seas, oh Dios de nuestros benditos padres! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+


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