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Carlos Joaquín encumbró a panistas y perredistas, pero el suyo fue el beso del diablo

Carlos Joaquín encumbró a panistas y perredistas, pero el suyo fue el beso del diablo

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Carlos Joaquín encumbró a panistas y perredistas, pero el suyo fue el beso del diablo
DESDE LOS ONCE PASOS
Javier Chávez Ataxca

Perfumados de arrogancia, panistas y perredistas creyeron en 2016 que era real el espejismo de su triunfo por mérito propio en el choque por la gubernatura, cuando postularon como candidato externo a Carlos Joaquín González, desprendido del PRI por insensatas y groseras maniobras del joven y bravucón cozumeleño Roberto Borge, con quien la era del partido tricolor llegó a su fin antes de tiempo.

Carlos Joaquín entregó a sus aliados partidistas algunas posiciones valiosas y la más destacada fue la disfrutada por el exdirigente estatal del PAN, Eduardo Martínez Arcila, quien permaneció cuatro años como mandamás del Congreso local: tres en la Gran Comisión y una al frente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, fundada en el declive de su mandato legislativo con magistral astucia.

Pero PAN y PRD recibieron el beso del diablo, porque su vigor electoral se fue desinflando al hacer suyos los errores y horrores de Carlos Joaquín, idolatrado por los chetumaleños como candidato a la gubernatura y despreciado por los mismos al culminar su mandato ensangrentado y marcado por la corrupción en todas las líneas. Castigado por los dioses, el joaquinismo fue hermano mayor del borgismo tan satanizado por ellos.

Panistas y perredistas fueron voraces e impidieron el acceso a nuevos talentos políticos, lo que explica su pérdida de gas que llegó a la demolición por obra de Andrés Manuel López Obrador, el inventor de la máquina de guerra perfecta, llamada Morena.

El PAN fue perdiendo a sus figuras más valiosas y competitivas, en primer plano los chetumaleños José Hadad Estéfano, Mario Rivero Leal y Wadi Amar Shabshab. También lo abandonó el chetumaleño Juan Carlos Pallares Bueno, quien fue su diputado federal y local.

La mayor afrenta reciente la recibieron de Atenea Gómez Ricalde, a quien hicieron candidata triunfadora en la alcaldía de Isla Mujeres. Pero Atenea contempló el naufragio del panismo y prefirió correr al encuentro de verdes y morenos, demostrando que la congruencia partidista vale menos que una pieza de pan, valga la comparación.

Y el PRD está tan jodido que ni siquiera alcanzó la diputación plurinominal en el Congreso local, porque se quedó en la orilla Gerardo Mora Vallejo, quien pretendía saltar a su curul de Punta Estrella desde la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado.

El PRD perdió el registro en Quintana Roo, al no alcanzar el tres por ciento de la votación en 2022. De ese tamaño la desgracia del partido del “sol azteca” que recibió otra bofetada de su reciente diputada plurinominal Iris Mora Vallejo, quien con su nuevo uniforme del PT posó con la bendecida Claudia Sheinbaum, durante su reciente visita a Playa del Carmen.

Panistas y perredistas con anemia aguda compartida apoyarán a su candidata presidencial Xóchitl Gálvez, en equipo con los priistas que también andan por las calles caribeñas de la amargura.


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