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“El punto de no retorno”

“El punto de no retorno”

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“El punto de no retorno”
El Juglar de la Red

El presidente Andrés Manuel López Obrador no tiene capacidad de aceptar lo que su gobierno hace mal, por eso también es incapaz de recapacitar y dar manotazos en la mesa para recomponer algunas situaciones que evidentemente están mal, pero que él insiste están bien y por tanto no va a cambiar su postura o estrategia.

López Obrador es un intransigente de primera. Cuando se le advirtió que Hugo López-Gatell estaba yendo en contra de la tendencia mundial para atender el tema de la pandemia de Covid-19, el presidente se empecinó en seguir sus consejos y no hubo poder humano que lo convenciera de que la estrategia era fallida. La tozudez del presidente de conservar a López-Gatell nos convirtió en el país que de peor manera enfrentó la pandemia.

La cifra de muertos es la mejor prueba de que todo estuvo planificado con los pies.

Durante mucho tiempo también se explicó la necesidad de empezar a vacunar niños, pero otra vez se impuso la terquedad del presidente y se empecinó en no hacerlo; la realidad terminó por imponerse y finalmente ya empezaron a aplicar los biológicos a menores de edad.

En el caso de la estrategia para pacificar al país, salta a la vista el enorme fracaso que representan los “abrazos, no balazos”. México es un país que más muertos suma para un país que no tiene guerra civil.

Al presidente López Obrador se le ha dicho de mil maneras que sus afirmaciones de que va ganando la batalla son erróneas e incluso mal intencionadas; los más de 120 mil asesinatos dolosos y las masacres que escandalizan por sangrientas en distintas regiones de México, son la prueba de ese fracaso y de que ni la Guardia Nacional, ni el Ejército, ni la Marina han podido contener.

Pero aún así, AMLO insiste que su estrategia de atacar las causas está rindiendo frutos y no acepta propuestas para dar un viraje en la estrategia original.

Cuando se le metió entre ceja y ceja que el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) no era necesario, inventó que existía corrupción en su construcción y no le importó derrochar miles de millones de dólares en indemnizaciones para acabar con el proyecto; no contento con la cancelación mandó inundar las obras para evitar que en un futuro se pudiera reactivar la obra.

Dijo que con menos dinero edificaría un aeropuerto mejor y nadie lo puede convencer de que la nueva terminal aérea llamada “Felipe Ángeles” es una obra mal hecha, mal planificada, atentatoria contra la seguridad aeronáutica y por ello está vacía. Pero como ya se encaprichó, lo que está haciendo su gobierno es generando un caos en el Aeropuerto Benito Juárez para que estén obligados a tener que utilizar el otro.

Cuando empresas internacionales, especializadas en la construcción de refinerías le dijeron que era imposible construir la planta de “Dos Bocas”, en el tiempo y con el presupuesto que el planteó, entonces decidió que la construiría su gobierno.

Está a unas semanas de inaugurar la obra, pero que se inaugure no significa que va a empezar a refinar porque las obras van muy retrasadas y el costo de la obra se incrementó en un cien por ciento, aunque –fiel a su estilo—el presidente dice que tiene un sobre costo de “apenas” un 20 por ciento.

Lo cierto es que “Dos Bocas” al igual que el “Tren Maya” se convirtieron justamente en lo que el presidente decía no pasaría en su gobierno: en dos pantanos de corrupción y en un tiradero de dinero que no avanzan y tampoco son la solución a los problemas de México, pero como al presidente se le ocurrieron, no hay poder humano que lo haga retroceder de ese capricho.

El presidente, luego de casi cuatro años de gobierno, llegó a ese punto de no retorno, de no escuchar a nadie y menos aceptar que los mejores gobiernos son aquellos flexibles, que pueden cambiar planes y proyectos cuando los asuntos no resultan. Él, como hombre de ideas fijas inmutables, está empecinado en empujar sus asuntos sin importar costos, críticas o beneficios reales que puedan dejar.

Y así como es de ideas fijas, que no se dude que para el 2024 ya decidió, desde hace muchos años, quién será su sucesora en la Presidencia de la República.

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