El rostro del nepotismo en Yucatán


Por:Adrián Arévalo
Por años, el Poder Judicial ha sido presentado como el pilar de la imparcialidad y la legalidad en México.
Sin embargo, la realidad es muy diferente, bajo el manto de la impartición de justicia, se han enquistado redes familiares que operan como castas privilegiadas al margen del mérito.
Por ejemplo, en 2018, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad documentó que más de 500 jueces y magistrados federales tenían a familiares trabajando dentro del mismo sistema judicial. Un enjambre de intereses que tiró raíces dentro del Poder Judicial.
Aquí en Yucatán, lamentablemente, no somos la excepción.
El caso que más llama la atención y que sin duda pone en evidencia este proceso electoral judicial es el de Juan Carlos Moreno Cabrera, aspirante a Juez de Distrito en Materia Mixta.
Moreno Cabrera presume su paso por el Poder Judicial, pero basta revisar el portal oficial “CONÓCELES” del INE para notar que su experiencia federal se limita a un puesto administrativo de oficial judicial C. Su desempeño profesional más amplio ha sido en el ámbito estatal, y aun así, en áreas burocráticas. Y pese a esta escasa trayectoria, pretende que lo veamos como un perfil idóneo para un cargo que exige conocimiento técnico,autonomía ética y madurez judicial.
Más preocupante aún es que sus propuestas muestran una suma ignorancia sobre las facultades del cargo al que aspira. Ha sugerido la creación de juzgados como una de sus propuestas de campaña, cuando esa función no corresponde a un juez de distrito.
¿Ignorancia o manipulación deliberada del discurso para embaucar al electorado judicial?
Pero eso no es digamos, lo más grave, pues el verdadero motor detrás de su candidatura no es su formación ni su experiencia judicial, sino su apellido.
Su padre, Juan Carlos Moreno López, es magistrado en funciones del Tribunal Colegiado en Materias Penal y Administrativa del Decimocuarto Circuito del Estado. Y está muy lejos de ser un espectador pasivo.
Diversas fuentes me han manifestado que el magistrado Juan Carlos Moreno López no solo impulsa la candidatura de su hijo desde las sombras, sino que ha desplegado una operación de cabildeo judicial, negociando resoluciones y postergando sentencias clave a cambio de apoyos políticos y votos internos para Juan Carlos Moreno Cabrera.
Esta forma de operar, propia de mafias y no de instituciones judiciales, nos muestra que el magistrado estaría utilizando su investidura como moneda de cambio, traficando justicia a conveniencia para construirle una carrera a su heredero, sin escrúpulos ni respeto al Estado de Derecho.
Juan Carlos Moreno López, está directamente involucrado en juicios de alto perfil, como el amparo directo del empresario Jorge Eduardo Navarrete Pérez.
Se dice que el magistrado retiró ese amparo estratégico del orden del día, con claros indicios de estar negociando favores judiciales para favorecer la carrera electoral de su hijo. ¿A cambio de qué?
La verdad se exhiben solos, por eso la candidatura del “junior”, se encuentra calladita, sin hacer mucho ruido, pues saben exactamente lo que estan haciendo y lo que pretenden hacer.
Este patrón es escandalosamente similar al que se vive en la Ciudad de México. Casos como los de Cecilia Jiménez Vega, Rebeca Rodríguez Pujol o los hijos de Gloria Rosa Santos Mendoza, todos beneficiarios de redes familiares en la elección de jueces y magistrados, exponen cómo el nepotismo ha sido institucionalizado bajo la fachada de reformas judiciales.
Aquí en Yucatán la candidatura del joven Moreno Cabrera no es una historia de méritos, es el perpetuar una dinastía judicial.
Este tipo de procedimientos, de mafia, son una amenaza estructural al sistema de justicia.
El permitir que padres allanen el camino de sus hijos dentro del Poder Judicial, bloquea el acceso a perfiles más capacitados y normaliza el tráfico de influencias y el uso patrimonial del cargo público.
¿Puede alguien juzgar con imparcialidad si le debe su silla a su padre? ¿Se puede confiar en él?
Si Juan Carlos Moreno Cabrera accede al cargo, Yucatán no ganará un juez, habrá elegido a un delegado familiar del poder.
El hijo del magistrado, se vende como “trayectoria joven y con experiencia”, obviamente un montaje que cae en lo burdo.
Entonces lo que verdaderamente está en juego es la expansión de una red de intereses familiares enquistada en uno de los poderes más sensibles del Estado.
Un juez sin carrera judicial federal sólida, sin capacidad técnica demostrada y con una dependencia manifiesta hacia su padre magistrado, no puede garantizarle justicia a nadie.
La ciudadanía debe estar alerta. El pueblo yucateco merece un Poder Judicial que rinda cuentas al mérito, no al apellido. Si no frenamos este tipo de candidaturas, el mensaje será claro: en México no se gana con trabajo, sino con padrinos. Y así, la justicia seguirá siendo un privilegio heredado, no un derecho garantizado.