Ganó todo perdiendo todo
Alejandro Abud Bujaidar
Merece un capítulo aparte. Le sigo la huella desde que en algún remoto rincón de fines de los 80s me compró mi auto y lo he visto escalar todos y cada uno de los puestos que la representación proporcional le han permitido. Candidato a todo, pluri en cada fórmula. Si un yucateco sabe moverse en esas aguas es “el gordo” a quien no le gustaba el mote pero al parecer “gordito” le cae mejor.
Construyó su carrera y prestigio al amparo de su partido, PRI, y es el priísta más categórico que conozco. Por ello ha llegado, en el medio de la política, a donde ha llegado. Es de los que saben que el poder invisible es el mayor de los poderes. Cómo en su momento lo fue Gamboa Patrón, otro yucateco priísta destacado en el medio.
Hoy, nuevamente, quiere la grande, sabe que cada vez sería más difícil pero aún le quedan años por vivir y después de haber vivido en y del sistema salir de este sería como morir en vida. Y por ello se apunta. El también quiere. Siempre ha querido cómo quiso Liborio, cómo ha querido Huacho y cómo quiere Renán.
Animales políticos con la experiencia necesaria para manejar hilos complejos pero a Jorge Carlos siempre le ha faltado un ingrediente: músculo. A pesar de haber vivido en ello jamás fomentó una estructura que le proporcione esa fuerza política a pesar de caminar y crecer dentro de un partido que la tenía toda. Y lo sabe. Cada campaña por un puesto de elección popular se lo recuerda.
El sabe que la única manera de permanecer, si es que eso desea, es haciéndose de otra representación proporcional porque sabe que lo ganó todo perdiendo todo.