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Mal necesario

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Mal necesario

Agustín Vargas.
PUNTALES

  • IP fundamental, aunque vilipendiada
  • IED cifras amañadas
  • Nearshoring imperceptible aún

Desde que inició la actual administración gubernamental, el desdén del gobierno hacia el sector privado ha sido más que evidente. El presidente de México no cesa en sus descalificaciones y hasta insultos a los empresarios, pese a que desde su llegada al poder y como una forma de brindarles confianza, creó su propio Consejo Económico Asesor, integrado por prominentes empresarios de México.

Apenas el pasado 16 de mayo, el mandatario se reunió en Palacio Nacional con los integrantes de dicho consejo, en donde se expuso, entre otros, puntos que la economía de México va muy bien, que no se ha incrementado la deuda, que no ha habido aumento de impuestos, que el país crece arriba del 3%. En suma, que México está bastante bien y que es el mejor lugar del mundo para invertir.

Unos días después el jefe del Ejecutivo asestó un duro golpe al sector empresarial –uno más–. En esta ocasión a Germán Larrea, dueño del Grupo México, integrante de su Consejo Económico, a quien le expropió un tramo de vías ferroviarias en el sureste del país, concesionadas a Ferrosur, propiedad de Larrea.

En nuestro país, como en otras naciones con economías de mercado, la principal fuente de riqueza, crecimiento y generación de empleos se concentra en la actividad del sector privado. Su participación dentro del Producto Interno Bruto (PIB) nunca ha sido menor a tres cuartas partes del total nacional, incluso en los momentos más álgidos por los que ha pasado la economía, incluyendo el periodo de estatización de empresas y las fuertes caídas causadas por crisis económicas, como la de la pandemia por Covid.

El 84.2% del PIB del país en 2021 tuvo su origen en el sector privado; en 2022 llevó a cabo el 87% de la inversión total y así originó casi una tercera parte del crecimiento de ese año. De acuerdo con el Censo Económico más reciente (2019) el 83% del empleo se concentró en las empresas privadas, que representan el 94% del total en el país.

Además de generar la mayor parte del producto, la inversión y el empleo de manera directa, las empresas privadas contribuyen a la hacienda pública de manera preponderante, lo que permite al gobierno llevar a cabo las actividades que le corresponden. Alrededor del 60% de la recaudación tributaria total viene de las empresas privadas.

Para que la iniciativa privada continúe como el principal generador de crecimiento es indispensable un ambiente de negocios en el que las empresas (nacionales y extranjeras) vean un ambiente claro para invertir. Esto, justo, es lo que no observan los empresarios con el actual gobierno y de ello se quejan constantemente, porque afirman no existe un auténtico Estado de Derecho.

Desde la óptica del señor de Palacio, los empresarios del país, con todo y el vilipendio que a cada rato les profesa, sabe que son un mal necesario para sus fines político-económicos.

IED, cifras amañadas

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“No quiso nada”

Hace unos días la Secretaría de Economía, que encabeza Raquel Buenrostro Sánchez, dio a conocer que durante el primer trimestre del año México tuvo ingresos de 18 mil millones de dólares por concepto de Inversión Extranjera Directa, lo que representó un incremento a tasa anual del 48%.

Sin embargo, analistas de la firma de consultoría UBS precisaron que la comparación con los datos preliminares del año anterior no es adecuada, ya que la comparación correcta debería ser con los datos reales, que se traducen en un incremento anual del 17%.

Los analistas de UBS señalan que si bien no quieren ser percibidos como “negacionistas” del nearshoring –pues reconocen el potencial de crecimiento para México de este proceso–, precisan que no están de acuerdo con la opinión de que los datos de IED del primer trimestre confirmen que la inversión extranjera ya está siendo apuntalada por las empresas que se trasladan a México.

En este sentido, la mayor parte (90%) de la IED observado en los tres primeros meses del año se explica por utilidades reinvertidas por empresas que ya operan en México, mientras que la inversión nueva fue de sólo 932 millones de dólares, la lectura trimestral más baja desde 2014 (excluyendo el periodo de la pandemia Covid). Con estos datos, UBS señala que la entrada de nuevas empresas extranjeras en México, característica del nearshoring, no fue visible en el primer trimestre.

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