“Sesión del Congreso en torno de la nueva ley del ISSTEY, un aquelarre, un circo político”
Dale, Dale, Dale
Por Jesús Mejía
En la sesión extraordinaria del pasado 20 de julio, en la que el Congreso finalmente aprobó la nueva Ley del Isstey, prevaleció sobre el interés público el oportunismo, la manipulación informativa y el discurso propio de las campañas políticas.
El pleno recibió para su discusión y aprobación el dictamen con las aportaciones de los diputados que formaron parte de la Comisión Especial constituida para revisar el caso del quebranto financiero del instituto y buscar un esquema de viabilidad financiera que garantice el sistema de pensiones y prestaciones a futuro de los trabajadores al servicio del estado.
Durante meses y en varias reuniones los legisladores atendieron planteamientos de organizaciones sociales, sindicatos, especialistas e incluso de la titular del Isstey, María Isabel Rodríguez Heredia, y se llegó a una serie de consensos y acuerdos en la materia para darle certidumbre económica al instituto, a fin de que pueda a cumplir con las prestaciones y pensiones actuales y futuras.
En las sesiones de la comisión los días uno y once de julio pasado, los diputados Erik José Rihani González, del PAN; Gaspar Quintal Parra, del PRI; Rafael Echazarreta Torres, de Morena, y Eduardo Sobrino Sierra del PRD coincidieron en que, con base a sus aportaciones, están garantizados los derechos de los actuales siete mil 600 jubilados y los actuales 30 mil trabajadores en activo.
El diario de los debates registró todas y cada una de las intervenciones que en sentido propositivo y con empatía realizaron los mencionados diputados, con la garantía de que se respetarían los actuales esquemas de pensiones y los derechos adquiridos de los trabajadores en activo.
Quedó establecido que el nuevo porcentaje del ocho al 15 por ciento de las aportaciones del trabajador será para los empleados de nuevo ingreso. Un legajo de especificaciones se sumó a los acuerdos.
Todo parecía que la aprobación del dictamen de la nueva ley del Isstey se iba a a realizar en un encuentro de mero trámite; sin embargo, la sesión se convirtió en un verdadero show mediático, en un aquelarre, en un circo político.
Instigados por manifestantes que momentos antes de la sesión bloquearon la circulación en periférico de Mérida frente al Congreso y el barullo en el interior de la sala de sesiones, los mencionados diputados de oposición utilizaron la tribuna para denostar lo que habían aprobado antes en la comisión.
Con los grupos de respaldo abiertamente pro morenistas, tanto de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) como del Movimiento Hormiga de pensionados y del Sindicato Progresista de Trabajadores del Poder Judicial, «los invitados del diputado Echazarreta», éste aprovechó el momento para atraer las cámaras, los reflectores y la atención de los asistentes para denostar la nueva ley.
Desde la tribuna expuso una propuesta de nuevo dictamen, que permita a los trabajadores elegir entre la antigua ley que data de 1976 o la nueva para contar con sus prestaciones de ley, entre ellas un sistema digno de pensiones, la cual fue rechazada por el pleno.
Animado por las expresiones de sus simpatizantes que condenaron la nueva ley sin conocerla y se burlaron de la advertencia de la presidencia de la Mesa Directiva de usar la fuerza pública de continuar con sus interrupciones, en particular en la intervención del diputado panista Erik Rihani, el diputado Echazarreta gritó, llamó, hizo ademanes y desplegó el discurso propio de un acto de campaña.
Al refrendar su interés de buscar la candidatura de Morena por el gobierno del estado en el 2024, tal como lo pretendió en el 2018, ofreció una nueva realidad política con la 4T en Yucatán y derogar dicha ley.
El mismo caso fue del priista Gaspar Quintal Parra, quien se sumó a las voces de la oposición para señalar que la nueva ley es inhumana por el incremento de las aportaciones del 8 al 15 por ciento de los ingresos del trabajador al instituto, además de que calificó como inconstitucional porque viola el principio de la no retroactividad.
Sobrino Sierra fue más centrado al reconocer que no será testigo de los años por venir y fustigó también de manera general la nueva ley del Isstey.
El coordinador de la comisión, Crescencio Gutiérrez González, atónito a lo que pasaba en la tribuna, mejor defendió en su discurso el trabajo de todos los integrantes de la instancia y resumió el contenido del dictamen: el resultado de las aportaciones de todas las fracciones parlamentarias.
Y llegó el momento de la votación.
Con el colmillo de un vividor de la política de apoyar al mejor postor, el diputado Harry Rodríguez Botello del Partido Verde bromeó y se tomó «selfies» con sus colegas de oposición para finalmente ejercer el doble juego que le ha permitido mantenerse en su curul durante varios periodos, en este caso, el de votar a favor del dictamen.
Más lamentable fue el papel de la diputada ex priista Fabiola Loeza. Rodeada de quienes votaron en contra de la nueva ley del Isstey, se mantuvo agachada con el sentimiento de culpa propio de los que asumen una traición, en este caso, en perjuicio de sus compañeros del anterior partido, el PRI, que la llevaron a ocupar una curul con un envidiable sueldo y prestaciones.
Después, para no sentirse aislada, buscó las palmadas y el abrigo del grupo mayoritario del PAN, su nuevo partido, no en lo dicho pero sí en los hechos.
Que no le digan, que no le cuenten, que a lo mejor le mienten.