“Sin trabajo es imposible ganar”
El juglar de la red
El partido Acción Nacional inició la pasarela de sus eventuales aspirantes a la candidatura de la presidencia de la República, se trata de la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos; del gobernador de Yucatán, Mauricio Vila; del senador Santiago Creel; del diputado federal Juan Carlos Romero Hicks e incluso del gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri.
De entrada no aparecen los mejor posicionados: la sonorense Lilly Téllez y el ex candidato presidencial y ex dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya. Lo que mostró el PAN como eventuales aspirantes son personajes de sus entidades, pero que para el resto del país son unos perfectos desconocidos.
Ninguno de estos personajes se ha ocupado de armar fortalezas electorales que trasciendan las fronteras de sus respectivas entidades. Maru Campos no tiene pueblo más allá de Chihuahua. Mauricio Vila es reconocido en Yucatán, pero en el norte del país su nombre no genera reacción. En el mismo caso está Mauricio Kuri.
Santiago Creel, es de todos ellos, el panista más reconocido, pero más allá de su buena imagen no tiene el arrastre que se requiere para enfrentar una elección presidencial, mismo problema que acompaña a Juan Carlos Romero Hicks.
Si estos perfiles del PAN quieren ser los candidatos a la presidencia de la República, lamento informarles que salieron muy tarde y no han empezado a construir las estructuras que sustenten su aspiración.
En el caso de los gobernadores, lo primero que debieron trabajar es el diseño de un liderazgo que los posicione como los bastiones regionales, no solamente de sus estados sino que trasciendan a entidades vecinas.
Maru Campos debe acrecentar su presencia en el electorado de los estados del norte, noroeste y noreste del país; Mauricio Vila debe ser el liderazgo que aglutine todo el sureste y Mauricio Kuri quien fortalezca al panismo en la región del centro, bajío y occidente de México.
Pero ninguno lo ha hecho. Más allá de viajes y visitas a ciertas entidades, la realidad es que no existen grupos organizados que estructuren un proyecto electoral para soportar y fortalecer a estos personajes.
No existe una planificación institucional que posicione el nombre de estos personajes en el electorado y en ese punto van en evidente desventaja frente a “las corcholatas” de Morena, quienes no han dejado de viajar y recorrer el país. No solamente están posicionando su imagen, también establecen acuerdos políticos, buscan las alianzas, tratan de llegar a los liderazgos regionales y con ello establecer compromisos y recoger apoyos.
En el caso de la gobernadora y los gobernadores que aspiran a la candidatura presidencial por el PAN, no solamente se trata de cumplir con buenos gobiernos en sus respectivas entidades, eso es una obligación y es su primera carta de presentación; lo que sigue es llevar esa buena imagen a otras entidades de sus regiones, realizar recorridos, reclutar operadores políticos, buscar la unidad dentro del PAN y luego ir a tierra por los nichos electorales que deben recuperar; están obligados a estructurar un eje discursivo interesante y estructurar sus planes para contención de crisis.
Luego de una semana de la pasarela donde fueron presentados, estos personajes entraron en pasividad, poco se conoce de sus actividades; están limitados al trabajo que les demanda atender los problemas de sus respectivas entidades o lo inherente al cargo que ostentan.
Pero al no ser proactivos, lo que dejan ver es que no tienen mayor sustento para su aspiración que aquel que les otorga el cargo o el historial partidista que los respalda; eso es bueno para ganar al interior del partido la nominación, pero es totalmente inefectivo para enfrentar el reto de una campaña presidencial a nivel nacional.
Estos aspirantes deben considerar seriamente la premisa de que “santo que no se ve, santo que no se adora” y ellos hasta el momento no se dejan ver. Es muy indicativa su pasividad y la poca acción que realizan fuera de sus estados, eso solamente indica que están participando en un juego donde la intención es aparentar que se tienen fichas para competir, pero esas “fichas” simplemente no operan a su propio favor.