¿Estás en densa oscuridad? ¿Estás pasando por el valle de sombras de muerte? ¡Allí está tu padre! ¡No temas!”
¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: Te saludamos desde el primer instante en que despertamos y a ti nos dirigimos. Muchos de nuestros hermanos y amigos, aun están en ese valle de densa oscuridad, las sombras de la muerte los cubren, pero nosotros, los reanimamos enviándoles un mensaje que les infunda valor.
Porque ahí, junto a ellos, está tu presencia y los invitamos a que vayan de inmediato al AMPARO DE TUS ALAS para que tu sombra los proteja.
Los motivamos para que se aprovechen porque solo los afortunados pasan por ese tunel sombrío y oscuro, pero al final, está la luz y en ella encontrarán la solución a todo cuanto les persigue.
Les hacemos ver que, las sombras de muerte son para fortalecer el espíritu y en ellas distinguir tu luz; que en ellas van a aprender a ser valientes y a no tener ese espíritu de cobardía que tanto arruina a los débiles.
Padre Santísimo: Los grandes de espíritu de todos los tiempos han acudido a las densas neblinas para ser iluminados; han sufrido mientras fortalecían su espíritu, pero al final, sus labios emergieron sonrientes y llenos de júbilo, porque se encontraron contigo y tú les infundiste aliento de vida, de fortaleza, de valor y de entusiasmo.
Finalmente, Padre Santísimo, ¿qué son nuestros problemas, sino esos momentos en que el temor nos invade, nos hace estremecer y nos hace hasta perder la razón, pero movidos por tu divina inspiración, de inmediato nos ponemos bajo el amparo de tu sombra y allí encontramos lo que nos hacía falta para crecer en conocimientos, en gracia y bajo tu manto protector.
Padre Santísimo: este mundo está dominado por las sombras de la maldad, pero tú nos has capacitado para que estando en medio de ellas, ningún mal temamos, porque tu diestra nos protege.
Nos hace ver y hasta aprovechar esos momentos, pero desechando todo temor, toda angustia, toda adversidad y siendo luz que brilla con mayor intensidad y aunque estén tan oscuras, nuestra luz las ahuyenta e imprime a nuestro espíritu paz, tranquilidad, esperanza, serenidad y nos convierte en seres de fe que aunque caminemos en el reino de las tinieblas, siempre palpamos tu mano protectora y en ti, somos más que vencedores.
Padre Santísimo: Tú eres nuestra fortaleza y nuestro escudo; al confiar nuestros corazones en ti, de ti recibimos ayuda; nuestro corazón salta de alegría y agradecido alaba tu nombre omnipotente.
Tú nos dices al corazón: “Hijitos: solamente les basta mi gracia, ¡porque mi poder se perfecciona y engrandece en su debilidad! ¡Regocíjense en medio de sus debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades que sufren en Cristo, porque cuando ustedes son débiles, son más fuertes de lo que se imaginan!
¡Jamás estén tristes! ¡Regocíjense en mí, que yo soy su gozo y su fortaleza! ¡Refúgiense en mí, su Dios, su señor y su seguridad! ¡Busquen siempre Mi presencia y mi presencia siempre estará con ustedes! ¡Yo soy su refugio y fortaleza, su pronto auxilio en todas sus tribulaciones!
¡Bendito seas, Padre Santísimo! ¡Nuestra fortaleza está y estará siempre a la sombra de tus alas! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+