ORACIÓN “HIJO DE DAVID, ¡TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS!”
ORACIÓN “HIJO DE DAVID, ¡TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS!” Padre de la Luz que moras en el día sin ocaso, ¡GOZA DE TUS BRILLANTES Y MARAVILLOSOS DÍAS!
Entre más pasan los años, la luz de nuestros ojos en muchos se nos disminuye y muchos más ya no ven la luz del día. Pero, hay en nuestro mundo UNA TREMENDA CANTIDAD DE CIEGOS QUE, ¡JAMÁS HAN ABIERTO LOS OJOS DEL ESPÍRITU E IGNORAN LA INCREÍBLE BELLEZA E INENARRABLE COLORIDO QUE HAY EN TU GLORIA!
Ver con los OJOS DEL ESPÍRITU es ver todo aquellos que EL PADRE DE LA MENTIRA nos arrebató, porque en el paraíso, nuestros padres te veían en todo Tu esplendor y les era muy natural. Sus ojos del espíritu estaban abiertos del todo y Tu misma divina presencia les era familiar. Después del pecado de origen, perdieron la vista y quedaron ciegos ante todo LO INMATERIAL, LO ESPIRITUAL Y LO DIVINO y, solo quedaron con la visión de lo material, lo perecedero que hoy es y mañana ya no existe.
Es por ello que, oh Padre de la Luz eterna, Te suplicamos que nos concedas la dicha inmensa de que nos abras esos ojos que son muy nuestros, porque Tú nos los diste desde que nos modelaste allá en el paraíso. ¡Los ojos de la carne jamás podrán ver Tu Rostro Divino! ¡Todas las realidades de las riquezas espirituales nos están vedadas sin la apertura de esos ojos del espíritu!
Padre Santísimo: ¿Cómo amar lo espiritual sin la ayuda de nuestros ojos del espíritu? ¡VER ES LO MÁS HERMOSO QUE TÚ NOS HAS DADO! ¡ÁBRE, OH PADRE, LOS OJOS DE NUESTRO ESPÍRITU PARA QUE, EN TU LUZ, ¡CONTEMPLEMOS NUESTRA PROPIA LUZ CON LA QUE TU HIJO AMADO NOS HA REVESTIDO! En el Nombre omnipotente de Tu Amado Hijo, quien es LA LUZ VERDADERA, Te suplicamos nos concedas eliminar nuestra ceguera espiritual y así poder pregustar, aunque sea un poco de los destellos de Tu inmensa y maravillosa luz que vivifica, ¡que da seguridad en nuestro peregrinar hacia Ti! De Ti, oh Padre Bendito hemos salido y a Ti retornamos, pero con la apertura de nuestros ojos espirituales nuestra visión se aclarará más y más hasta que tengamos ese encuentro final en el día sin ocaso de Tu Reino.
Padre Bendito: Tu Amado Hijo nos ha enseñado que, en Su Nombre glorioso, Tú nos concederías todo cuanto pidamos. Hay comprendemos que fue en el Paraíso donde perdimos NUESTROS OJOS DEL ESPÍRITU. ¡ALLÁ FUE CUANDO NUESTROS PRIMEROS PADRES, DESPUÉS DE CONSUMAR SU PECADO DEJARON DE USAR LOS OJOS DEL ESPÍRITU! ¡ALLÁ FUE DONDE COMENZARON A USAR LOS OOS DE LA CARNE Y PERDIEON ESA MIRADA CELESTIAL! Es por eso que cuando Tú, Padre Santísimo los visitaste, su actitud fue diferente y de rechazo. Sin los ojos del Espíritu, les aterrorizaba Tu Presencia, porque ya habían perdido LA VISIÓN DE LO SOBRENATURAL.
Hoy como cuando estos dos ciegos clamaron a Cristo, Tu Hijo Amado, también nosotros lo hacemos y desde lo más profundo de nuestro corazón, Te suplicamos: En el Nombre de Cristo, nuestro Divino Salvador, Padre Santísimo, ¡RESTAURA NUESTRA VISIÓN ESPIRITUAL PARA QUE TE CONTEMPLEMOS, CONOZCAMOS MÁS TU GRAN BONDAD Y PODAMOS DISFRUTAR DESDE ESTA VIDA TERRENA LAS RIQUEZAS DEL ESPÍRITU! ¡ESTAMOS SEGUROS QUE CON LA VISIÓN ESPIRITUAL, NUESTRA VIDA SE TORNARÁ DE LO MERAMENTE MATERIAL EN “LO EXTRAORDINARIO Y EXCELSO” QUE LE IMPRIME TODO LO INMATERIAL Y PERECEDERO! ¡SOLAMENTE ASÍ VEREMOS CUMPLIDA EN NOSOTROS LA PRESENCIA DE CRISTO QUE NOS DICE DIRECTO AL CORAZÓN: “YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA Y LA TENGAN EN ABUNDANCIA!” (San Juan 10:11). Ya el ladrón nos ha robado LOS OJOS DEL ESPÍRITU, pero por medio de Cristo, lograremos que una vez restaurada nuestra visión del espíritu, nuestra estadía en la tierra recuperará todo su dinamismo perdido, porque veremos y gozaremos como los bienaventurados que ven solo lo extraordinario y hacen de su vivir terrenal TODO UN ACONTECIMIENTO DE DIMENSIONES INCREÍLEMENTE MARAVILLOSAS.
Padre de la Luz: ¡En Tu Divina Luz veremos tal como deben ver Tus hijos, a fin de ser lumbreras que iluminan y siempre están brillando para glorificarte y proclamar que Tú eres la Fuente de la Luz!
Padre de la Luz: ¡Bendito seas por habernos traído la Luz celestial! Amén.
P. Cosme Andrade Sánchez+