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Oración para lograr con libertad lo que queremos ¡Oremos la señor!

Oración para lograr con libertad lo que queremos ¡Oremos la señor!

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Oración para lograr con libertad lo que queremos ¡Señor, en piedad!

“¡VENGAN A MÍ! ¡LÁVEN SUS OJOS! ¡YO SOY LA FUENTE DE AGUAS VIVAS!”

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Oración para lograr con libertad lo que queremos. Padre Santísimo: este tibio y hermosísimo amanecer nos hace exultar de gozo y con una tremenda sed de tu presencia, te saludamos en espera de arrebatar mucho de lo muchísimo que tú nos ofreces.

Cuando nuestra fe nos hace ver todo eso que está en el lugar de tu presencia, comenzamos a sentir una sed extenuante que reclama que de inmediato acudamos a ti para beber de esa fuente de aguas vivas.

Que no solo sacian nuestra sed, sino que nos convierten en personas tan vivificadas y tan lozanas que la gracia divina nos convierte en seres rejuvenecidos y rebosantes de una alegría de corte sobrenatural.

Nosotros, Padre Santísimo, somos como esos ciervos que suspiran por las aguas vivas, cristalinas y refrescantes para que nuestras almas recuperen ese divino amor que nos hace saborear las realidades celestes aun estando en la tierra.

Padre Santísimo: No alcanzamos a descifrar, ¿qué has puesto en nuestra mente y en lo más profundo de nuestro ser?

¡No hay lugar para dudar que, allá en nuestra alma, tú nos has puesto ese don divino de la eternidad! Toda la hermosura de lo creado nos habla de manera tan sensacional de que esto que vemos con los ojos de la carne, nos lleva a pensar en ti, única mente divina.

Oración para lograr con libertad lo que queremos ¡Señor ten piedad!

Que nos haces palpar tu grata y omnipotente presencia en cada detalle de lo que vemos en la tierra y de lo que alcanzamos a ver de la atmósfera y del espacio sideral.

Al estar en estos increíbles y gratos momentos en tu comunión, nos permite ser de los pocos bienaventurados que contemplan, palpan, sienten, se deleitan y aparece ante nuestros ojos un vasto universo de múltiples posibilidades que tú pones a nuestro alcance.

¡Qué singular suceso se nos concede a los terrestres! Ser afortunados que vemos, contemplamos, ponderamos, meditamos y arrebatamos lo que nos pertenece.

Nos da una dimensión que nos distingue de todos los demás que ni siquiera levantan su mirada para gozar de lo material. ¡Viven sin vivir! ¡Miran sin ver! ¡Comen sin saborear! ¡Existen sin saber el porqué de su existir!

Padre Santísimo: cuando tú modelaste a nuestro padre Adán, mezclaste el polvo de nuestra tierra recién creada por ti con esas aguas recién vivificadas por el Espíritu Santo.

Te esmeraste en hacerlo y en él pusiste ese don de la eternidad. Tú le concediste la capacidad de ver lo material y contemplar lo divino.

Siempre lo visitabas y con él conversabas; con él mantenías esa relación tan bella, ¡como la que tiene un padre con su hijo!

¡El Creador con su creatura! A Adán no le era extraño el verte, el conversar contigo con verdadera familiaridad y el gozar de lo material y de lo espiritual, porque para él tanto el Edén como los cielos estaban a su alcance.

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Oración para lograr con libertad

Adán, dominaba tanto sobre todo ser viviente de la tierra, como del mar y de los aires. ¡Nada le era extraño! ¡Adán, realmente fue un ser con una realidad material y con una realidad inmaterial!

¡Sus ojos se adaptaban a cualquier realidad! Después de la desobediencia, perdió la capacidad de ver lo invisible, lo inmaterial, lo espiritual y, ¡hasta huyó de tu presencia!

Tú, Padre Santo, nos enviaste al segundo Adán, a tu hijo amado, para que restaurara esa primera creación y nos hiciera aptos, capaces y dignos de volver a contemplarte sin morir.

De palpar la grandeza de tu ser; de hablarte con el poder del pensamiento; de recuperar el poder de nuestra palabra; de volver a gozar lo excelso, lo inmaterial, lo divino y lo extraordinario.

Hoy emprendemos un nuevo despertar y en este nuevo amanecer, nuestra vida deja de ser meramente material y adquiere la riqueza, el poder y el esplendor del espíritu para amar como nunca lo hicimos.

Para hacer lo que nunca logramos; para realizar las hazañas más extraordinarias; para arrebatar lo que nos pertenece; para ser lo que debimos ser; para que nuestra palabra recupere todo su poder.

Ejercer autodominio; para vivir en libertad y para estar en el aquí y ahora, en comunión contigo y continuarlo plenamente en tu Reino Celestial. ¡Bendito seas, oh Padre amorosísimo! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+


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