Oración para no tolerar y alejar los males con la luz de Dios.
“Padre: ¡separa de mi mente toda brizna de oscuridad! ¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!
Padre Santísimo: Oración para no tolerar y alejar los males ¡Te brindamos este saludo en este increíble y glorioso despertar, porque anhelamos desterrar TODA BRIZNA DE OSCURIDAD para que tu luz brille con toda intensidad!
Sí padre de las luces y fuente de toda luz. Hoy escudriñando tu divina palabra, vimos que desde un principio contemplaste la necesidad de separar la luz de las tinieblas y es el Espíritu Santo quien nos esclarece más este misterio al prevenirnos:
“¡No se asocien íntimamente con los que son incrédulos! ¿Cómo puede la justicia asociarse con la maldad? ¿Cómo puede la luz vivir con las tinieblas?” (2ª. Corintios 6:14).
Comprendemos, Padre Santísimo que nada en común hay entre la oscuridad con las obras de la luz. ¡Qué terrible final de quien vive acariciando las obras, las palabras de la oscuridad y los pensamientos turbios.
Porque finalmente será presa de los más densos nubarrones que solo traerán desgracia, dolor, lágrimas, pesar, desesperación y arrepentimiento, cuando todo esté echado a perder y sin la más remota solución!
Oración para no tolerar y alejar los males, porque tu luz divina, ¡no permite ni tolera la más mínima sombra de contaminación!
Padre Santísimo: los mismos detalles de las tinieblas tan insignificantes y tan divertidos, muy pronto conducen a consumir, a navegar y a ser adictos de la perniciosa pornografía, donde es tan fácil entrar en ella, pero ¡muy difícil de liberarnos de ella!
La pornografía es adictiva, perniciosa, altamente agresiva y ¡terriblemente destructiva! Cuando nos permitimos ese “ALGO” como un inocente pasatiempos, estamos dando entrada para que las tinieblas hagan su trabajo en nosotros.
Aquí en la vida espiritual, ¡no hay cabida a las “medias tintas,” porque tu luz divina, ¡no permite ni tolera la más mínima sombra de contaminación! El mismo Espíritu Santo nos lo exige:
“¡Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz!” (Romanos 13:12). Estas palabras son un imperativo preventivo que no admite mediocridades.
¡El Espíritu Santo nos da un mandato que debe implementarse de inmediato! Esto no es gradual ni tolera un “poco a poco”. ¡Despojémonos, desechemos, arrojemos, tiremos, desaparezcamos y apartémonos de todo, pero de todo tinte de oscuridad!
¡La luz hace su labor más hermosa cuando está totalmente inmaculada! La luz divina es un alto voltaje purificador que nos hace dignos de ser aceptos, agradables, agraciados, favorecidos y llenos de toda gracia.
Que nos lleva a una íntima comunión con todo lo divino, con todo lo espiritual, con todo lo excelso, con toda la sabiduría y con mucho conocimiento para que nuestra estancia en la tierra sea toda una hazaña inolvidable.
Nosotros somos hijos de la luz, que es Cristo Jesús: Oración para no tolerar y alejar los males
En este pasar por la tierra, nos apremia el estar altamente purificados en nuestra mente, en nuestra vista y en todo nuestro ser, porque todo grumo de oscuridad nos impide gozar en su máxima expresión y en toda su extensión de todo lo bello, interesante y fascinante que nos rodea.
Nuestro divino salvador nos previene al decirnos: “Mas si tu ojo fuere maligno, todo tu cuerpo estará en oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuánto más lo serán las mismas tinieblas?” (San Mateo 6:23).
Padre Santísimo, fuente y origen de nuestra luz: Muy complacidos en este despertar, elevamos nuestra oración convertida en alabanza de gratitud.
De adoración y de reconocimiento pleno por todo cuanto tú haces para que ni siquiera esas pequeñas manchas tenebrosas nos impidan ver, contemplar, gozar, deleitarnos y sentirnos verdaderos y genuinos hijos de tu luz y así no permitir que se apodere de nosotros el reino tenebroso de la maldad que arruinaría todos nuestros proyectos de vida y nos separaría de Ti.
¡Gloria a ti, que nos revelaste la luz! ¡Glorificado seas en lo más encumbrado de tu reino! Y en la tierra paz y buena voluntad a nuestra humanidad, que postrada te alaba, te bendice, ¡Te glorifica y te agradece por hacerla partícipe de tu inmensa gloria!
¡Porque en tu propia luz nosotros somos hijos de la luz, que es Cristo Jesús, quien desde nuestro interior nos hace que brille más intensamente nuestra luz y todo el esplendor de la divinidad se manifieste plenamente grandemente en nosotros por la acción del Espíritu Santo!
Padre de las luces: ¡Bendito y glorificado seas! Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+