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“¡Tan cerca del padre y tan lejos del amor!” Mons. Gustavo Rodríguez

“¡Tan cerca del padre y tan lejos del amor!” Mons. Gustavo Rodríguez

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“¡Tan cerca del padre y tan lejos del amor!” Mons. Gustavo Rodríguez

En el tercer domingo de cuaresma, Mons. Gustavo Rodríguez Vega, Arzobispo de Yucatán reiteró a la comunidad la responsabilidad y compromiso que implica el vivir en la presencia amoroso del padre.

Asimismo, indicó que debemos “sentirnos amados, bendecidos y sin las carencias propias de los quienes deliberadamente se apartan de Ti”, ¡pensando que de ese modo podrán disfrutar de su libertad!

Sin embargo, aseguró que frecuentemente la sociedad, huye porque les falta madurar y en su libertad “los persigue la pobreza, ¡la miseria y la soledad! Pero también quienes permanecemos en Tu casa corremos el riesgo de convertirnos en obedientes acostumbrados, rutinarios, amargados e intolerantes”.

Durante la homilía de este domingo desde la diócesis de Yucarán,   Mons. Gustavo Rodríguez, dijó ¡Exigimos perfección en los demás y nos sentimos prepotentes! Aunque trabajamos de sol a sol, perdemos la esencia del amor.

¡Somos unos autómatas inconscientes! ¡Cuando álguien de nuestros hermanos cae en desgracia, de imediato lo juzgamos, lo condenamos y lo desconocemos! ¡Somos la réplica de los fariseos que de tanto conocer la LEY DIVINA, se creían jueces para sancionar severamente a quienes no eran como ellos ni actuaban como ellos! Y esta desgracia se da en todos niveles dentro de LA IGLESIA.

También hizo hincapie, en que es urgente que, más que analizar la conducta del HIJO PRÓDIGO, veamos la conducta equivocada del hermano mayor que, aunque no abandonó a su padre, aunque jamás intentó separarse de él, su obrar era propio de un cumplidor obligado,  legalista y atrevido a juzgar tanto la conducta de su padre, como la de su hermano menor, a quien desconoció llamándole “ESE HIJO TUYO” y no “MI HERMANO.”

Desgraciadamente, nos ensañamos condenando a los que caen y se apartan del Camino, de la Verdad y de la Vida. Desviamos nuestra mirada del centro de nuestra Vida que es Cristo, que eres Tú, Padre Santísimo y que, rechazando la Luz del Espíritu Santo, nos empobrecemos tanto tanto, que quedamos miopes y ya no tenemos ojos para alcanzar a ver que también nuestros hermanos que pecan, ni dejan de ser Tus hijos, ni dejan de ser nuestros hermanos para quienes deberíamos tener Tu misma mirada clemente y misericordiosa.

La Ley por la ley nos lleva a juzgar, pero el amor es la fuerza omnipotente que nos enmarca en la Ley, pero siempre impregnados del amor, de la fraternidad, de la comprensión, de la tolerancia y del perdón. La actitud del hermano mayor es más réproba que la del hermano menor. La justicia del Padre queda patente al repartirles la herencia a sus dos hijos. El amor del padre es tan proverbial, tan sapientísimo, tan divino y tan ejemplar que nos lleva a hacer un alto para evitar caer en esa conducta de incomprensión, de intolerancia, de odio, de rencor y de condena. Esa conducta en la Iglesia nos lleva a destruirla, a hacer que muchos huyan de ella, se aparten de ella y mueran  fuera del ARCA DE SALVACIÓN.

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La Iglesia es comunidad incómoda de imperfectos, de enfermos, de descarriados y de inmorales, que estamos a la espera del momento de ser curados por Tus manos divinas. Tú, Padre Santísimo, tienes para cada uno de nosotros el tiempo marcado para restaurarnos. Mientras estamos en este mundo, la Iglesia es militante e imperfecta. Es la gracia divina la que restaura a muchos, pero otros, por su peculiar forma de ser les lleva más tiempo. Para ellos, Padre Santísimo, Tú tienes paciencia, misericordia y comprensión. Nosotros, también aprendemos de Ti el amarlos, pensando en que son nuestros hermanos y reclaman amor, comprensión y tolerancia. El condenarlos nos hace rechazar Tu misma actitud divina siempre amorosa, siempre extraordinaria y siempre paternal.

Padre Santísimo: ¡Revístenos de la vestidura de la gracia, del amor y de la paz! ¡Danos la paciencia para no ser gente que juzga, condena y rechaza anuestros hermanos! ¡Queremos ser hermanos comprensivos, amorosos, serviciales y siempre dispuestos a ver por nuestros hermanos, tal como Tú nos lo enseñas con Tu ejemplo!

 


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