Estas leyendo
ORACIÓN ¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

ORACIÓN ¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Avatar
ORACIÓN ¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Padre Santísimo: ¿Dónde estás? ¿Solamente estás en Tu Trono Celestial? Con estas interrogantes Te saludamos, porque, así como la aurora avanza, así queremos esclarecer esta gran verdad a fin de que nosotros y muchos de nuestros amigos, comprendamos mejor el lugar de Tu presencia para poder aprovecharlo al máximo.

El Espíritu Santo, Señor y Vivificador nos hace ver con toda claridad: “¿No se dan cuenta de que SU CUERPO es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios?

Ustedes no se pertenecen a sí mismos…” (1a. Corintios 6:19). ¡Qué maravilla! La divinidad está en nuestro interior, porque está para iluminar nuestra vida, darnos sabiduría, infundirnos amor,

pasión por lo perfecto, por ser cada día más y más dignos por conservar nuestro cuerpo saludable, en forma digna, con mucho respeto y con mucha honra. ¡Solo así nada ni nadie podrá empañar nuestra consciencia!

Padre Santísimo, Te has complacido en que el Espíritu Santo nos mantenga en la existencia, esté trabajando en bien de nuestra salvación, de nuestra perfección, de nuestro bienestar hasta llegar al final de nuestra historia para que despertemos en gloria.

Padre Santísimo: ¡Gracias por habernos dado ese DON ADMIRABLE y tan poco aprovechado! ¡El enemigo de nuestra salvación nos distrae para que estemos en la inconsciencia, despojándonos de toda consistencia por Ti dada, sin reparar que EL MISMO DADOR DE VIDA vive en nosotros!

¡OREMOS AL SEÑOR! ¡SEÑOR, TEN PIEDAD!

Perdón, Padre Santísimo y perdón, oh Espíritu Santo, por ignorarte tanto tiempo, cuando desde hace tantísimos años debimos haber hecho de nuestra vida toda una divina aventura y nos hubiera ahorrado mil innecesarias calenturas.

Ahora comprendemos el por qué Tu Hijo Amado se dirigió a Ti con su corazón palpitante y hasta sudando gotas de sangre: “La gloria que me diste les he dado, para que sean UNO, así como nosotros somos UNO:

Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que Tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a Mí.

Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde Yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.” (San Juan 17: 22-24).

¡Qué pena nos causa el VER cómo Tu Amado Hijo, nos amó y desde ese momento en ferviente oración contigo manifestó ese deseo de que SEAMOS UNO, tal como Tú y Él son UNO!

El estar y permanecer en Ti es lo que nos enriquece, nos hace saludables, nos salva de lo corruptible, nos libra de toda maldad, de toda injusticia, de toda enfermedad y de todo malestar.

Ahora entendemos con meridiana claridad que, SIN ESTAR UNIDOS A LO DIVINO, ¡NADA PODEMOS HACER, TODO SALE MAL Y TODO SE ECHA A PERDER!

Padre Bendito: estar en comunión contigo, es recibir ese impulso del Espíritu Santo que mora en nuestro interior que nos infunde seguridad, nos despoja de todo temor, nos hace vivir el ambiente del amor, de poder y de humildad.

Estar en comunión contigo es contemplarte, llenarnos de Ti, no apartarnos de Ti y permitir que Tu mensaje de vida lo encarnemos en nuestra vida diaria. Estar en comunión contigo es estar en la soledad, en el silencio y lejos de los afanes y de las preocupaciones de este mundo.

Contemplarte con los ojos del espíritu es lo máximo, porque el mismo Espíritu Santo se une a nosotros para fortalecer y agudizar nuestra visión y salir bien dispuestos a emprender una acción de santificación, a pesar de que la carne nos contrarie.

¡Muchas gracias, Padre Amado! ¡Ahora comprendemos mejor que, Tú no desprecias al corazón contrito y humillado! Con toda humildad nos despedimos de Ti en la conciencia de que el Dador de Vida está en nosotros para que en nosotros brille Tu Luz. Amén. P. Cosme Andrade Sánchez+

 

 


© 2024 Grupo Transmedia La Chispa. Todos los derechos reservados