Educación para la guerra y la paz
451 Millones de contagiados y 6 millones de muertos por covid en el mundo, al cierre del 9 de marzo del 2022. La OMS estima casi el triple de lo reportado oficialmente, es decir cerca de 18 millones de seres humanos.
En 2020, 1,600 millones de trabajadores en el mundo eligieron entre morir de hambre o por el virus, 895 millones de empleos en el mundo se estima se perdió dicho año, 5.5 del PIB mundial dejaron de percibir los trabajadores entre enero y sept del 2020, es decir 3.5 billones de dólares según reportes de la OIT.
La mayor potencia económica, tecnológica mundial, los Estados Unidos, registra 963,000 personas fallecidas, seguida de Brasil con 653,000 y de la India con 515,000 muertos, este último con la segunda población más grande del mundo, estos tres países contribuyen con el 35.51% del total de las muertes a nivel mundial.
Así mismo, a 97 países se les dificulto comprar vacunas para proteger a su población, poniendo en riesgo a la población ya vacunada, al ser cultivo de mutación del virus en dichos países, como aconteció en Sudáfrica donde se generó la variante ÓMICROM, aun en los países del primer mundo se generan variantes, la aparición de la “FLURONA” en una mujer embarazada no vacunada en Israel, es ejemplo de ello.
Lo antes escrito, sería un parte de guerra, salvo que no fue detonada ni una bomba convencional o nuclear, ninguna ametralladora accionada, ni encuentro de tropas contrarias se suscitó, es un reporte del estado pandémico mundial, al cumplir 2 años la declaración de la OMS de “PANDEMIA por coronavirus” .
Desde el inicio de la pandemia, estamos en un estado similar al de una guerra mundial, solo que sin misiles surcando el cielo.
Con los datos mundiales sobre el COVID-19, los gobiernos, las organizaciones internacionales de derechos humanos, del trabajo, las sociales, de educación, debieron tomar acciones en base a la existencia de un estado de guerra, basado en la definición “La guerra es el mayor conflicto de estado, la base de la vida y la muerte, el Tao de la supervivencia y la extinción” SUN TZU y ya no más en base a la definición común de guerra.
Algunas instituciones educativas, en algún momento han hablado sobre educación para la Paz, hoy por cuestión de seguridad nacional y mundial se debe educar para la Guerra y la Paz.
El establecer un de estado de guerra, obliga a los gobiernos, a accionar mecanismos de protección de sus ciudadanos, desactivar de inmediato todo ente, objeto, ser, que permita el avance de la destrucción de sus sistemas de defensas, de su economía y por ende de la vida de sus ciudadanos.
Obliga a la aplicación de los protocolos de defensa y ofensiva, ante la presencia de un ente invasor a un territorio nacional.
Bajo ese principio, los estados del mundo, ante la pandemia del COVID 19, debieron desactivar todo aquello que propiciara su avance.
Por su parte, las empresas deberían estar preparadas para accionar en la lógica militar y tener preparado a los relevos ante la salida de directivos de alto nivel, mandos medios y trabajadores especializados.
Las empresas privadas, aún no tienen previsto la capacitación multi disciplinaria digital y remota, para afrontar este tipo de crisis. Las empresas en los países en vías de desarrollo, no cuentan en su mayoría, con sistemas de calidad, y con ello poder garantizar que el personal subordinado tome las riendas sucesivamente, de las funciones y responsabilidades de los directivos, guiándose en la descripción de puestos y procedimientos de actividades.
Las reservas de alimentos sanos no existen en la mayoría de nuestros países, la red de comunicación digital entre los millones de estudiantes y maestros no está garantizada, entre otros puntos más.
Por otra parte, de manera contradictoria al estado de emergencia sanitaria mundial, y mermando las defensas del cuerpo humano, las grandes trasnacionales fabricantes de productos chatarra siguen funcionando, siendo que estas debieron ser inactivadas de inmediato.
Así mismo a falta de una educación para el manejo de las emociones, de la depresión, de la ansiedad, la sociedad hoy es más vulnerable que cuando inicio la contingencia sanitaria, el sistema inmunológico humano se habría desplomado, a causa de la crisis emocional ante la pérdida masiva de familiares, por la mala alimentación y nula actividad física, así como por el avance del virus en millones de cuerpos durante dos años de pandemia.
Con la irrupción del coronavirus, el inicio de la guerra en el este de Europa, la declaración de guerra económica entre Rusia y los países de la OTAN, así como la guerra económica que libera China y los Estados Unidos, el mundo inició la etapa de vida en guerra psicológica de alta intensidad, el ser humano debe aprender a lidiar con este nuevo escenario. La adaptación es el único camino que queda, por lo que, el control de las emociones, en este caso el miedo, es de vital importancia para mantener la salud mental, el temor es el ácido de la mente, permite el ingreso al cuerpo de todo ente dañino. Establecer las técnicas, actividades, medicamentos, para que el nivel de estrés sea lo más bajo posible, para no dañar el sistema inmunológico, debe ser una agenda individual y una agenda por parte del estado.
La palabra transmutar cobra mayor valor, cambiar la actitud de vivir culpando y lleno de temor, por la actitud positiva y de esperanza, trabajando sobre nuestros hábitos sanos y control de las emociones.
El camino rápido para fortalecerse, es el ejercicio diario, la meditación, los alimentos verdes, la música, el contacto con la naturaleza, generar un estado alegre, la alegría es un arma de una generación avanzada, si la situación se pone crítica siempre ten sentido del humor, la enseñanza del auto control que forma parte del arte de la guerra y de la paz.
en tanto el humano da el salto cuántico hacia una conciencia más elevada, que fuerce el cambio en las cúpulas de poder de las grandes potencias, hay que educar para la Guerra y la Paz a las nuevas generaciones, estas nuevas generaciones aún tienen la posibilidad de cambiar el destino de la humanidad, nuestra generación y las de mayor edad, difícilmente entenderán la situación a la que hemos llegado, les es más fácil echar culpas y victimizarse.
Si alguien piensa que es alarmista o exagerado considerar que los gobiernos deben declarar un estado de guerra en caso de pandemia, hay que recordar, que la pandemia registrada entre 1347 hasta 1351, la peste negra, resultó en la muerte de hasta 200 millones de personas, en tan solo cuatro años (sin considerar a América que aún era desconocida para Europa), es decir, más del doble de las muertes generadas por la segunda guerra mundial que duro seis años.
Aplicar las recomendaciones de los profesionales de la salud puede ayudar, pero aplicar las acciones del estado por seguridad nacional, podrá preservar a la especie humana.
Que no nos gane la histeria, el pánico, que sirva los actuales escenarios de guerra para templar el carácter y para proponer cambios en la legislación de las constituciones políticas, por cuestión de seguridad nacional.
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