Créditos clandestinos en banca de desarrollo: negocio de políticos y empresarios
De revelarse la lista de préstamos con todos sus detalles en las recientes tres décadas, seguro nos llevaríamos varias sorpresas: ¿Cuántos políticos aparecerían? ¿Cuántas empresas nunca pagaron?
Columna: Expedientes MX
Autor: Norberto Vázquez
En el 2003, un auto préstamo de 3.5 mdp realizado por Felipe Calderón Hinojosa como director de Banobras fue detectado, al grado que cuando se le avisó al ex presidente que ya estaba la información en el ámbito público a punto de ser pública, cuentan la voces de primera línea interrumpió un viaje para negociar “personalmente” que esto no se ventilara a la opinión pública.
En días pasados, en un gobierno que prometió que no habría tráfico de influencias se reveló un préstamo por parte de Bancomext a Epigmenio Ibarra y su productora Argos Comunicación por 150 mdp gracias a su amistad (es su documentalista personal) con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Si, déjeme ser mal pensado, no creo que un ciudadano cineasta surgido del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM vaya a esta institución, y le suelten tan gratificante préstamo.
Y así han sido los manejos oscuros con recursos públicos en la banca de desarrollo. Durante años, he pedido –vía el INAI– se revelen los expedientes de préstamos con nombre y apellido de políticos, empresarios e influyentes, así como la razón social de las compañías que han pedido a la banca de desarrollo y que definitivamente “nunca pagaron”. El argumento siempre ha sido tajante: “información confidencial”. Así con todas sus palabras, este es otro negocio de la “clase política” que creo se sigue ejerciendo. ¿Quiénes acceden a un crédito? ¿Cuánto les prestan? ¿De verdad lo pagan? Nadie lo sabe.
La banca de desarrollo, se conforma por el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), Nacional Financiera (Nafin), Banco Nacional del Ejército (Banjército), Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), Sociedad Hipotecaria Federal, Banco de la Fuerza Aérea y Armada y el Banco del Bienestar.
Estas instituciones, han elevado sus financiamentos desde que inició la pandemia: tan solo en julio de 2020, los préstamos subieron 6.9% respecto al mismo mes de 2019, de acuerdo a cifras del Banco de México (Banxico). Muy bien, dirían los economistas. La mala, es que el destino de esos recursos que van a parar tanto al sector público como privado, carecen de transparencia.
Según, el gobierno federal, la banca de desarrollo es uno de los principales vehículos del Estado Mexicano para promover el crecimiento económico y el bienestar social, apoyando con financiamiento la creación y expansión de empresas productivas, con especial énfasis en áreas prioritarias para el desarrollo nacional como la infraestructura (obra pública), el comercio exterior y la vivienda, además de las pequeñas y medianas empresas.
Lo que sí se sabe, y se está detectando, es que ha aumentado el crédito al sector público federal: la banca de desarrollo ha mostrado un mayor otorgamiento de créditos con respecto al año pasado, es importante mencionar, que gran parte de este financiamiento está dirigido a las Empresas Productivas del Estado, en pocas palabras, son Pemex y CFE, las beneficiadas.
En definitiva, no hay detalle del destino que hace de ese dinero que se presta, además de que existe una disparidad en los datos, ya que mientras Banxico tiene datos publicados hasta julio del año pasado, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) tiene la última información hasta marzo del 2020.
Aquí queda claro, la banca de desarrollo sí está bien capitalizada, puede absorber pérdidas y se encuentra bien capitalizada, y por ahí, no debería ser fuente de preocupación sobre un posible rescate, pero, ¿a quién le presta?
Le tomo la palabra al Gobierno Federal cuando en septiembre de 2020, anunció una auditoría a toda la banca de desarrollo para detectar irregularidades porque en el pasado presumiblemente se utilizó a este sector para financiar, entre otras cosas, la planta de Etileno XXI otorgado en condiciones ventajosas a la empresa Odebrecht.
Este es sólo un supuesto, que compete al presidente López Obrador. Pero, cuantos créditos irregulares no ha habido es estas instituciones a lo largo de tres décadas, que prácticamente se han manejado a su antojo, y bajo la peor opacidad dentro de la administración pública. De revelarse la lista de préstamos con todos sus detalles en las recientes tres décadas, seguro nos llevaríamos varias sorpresas: ¿Cuántos políticos aparecerían? ¿Cuántas empresas nunca pagaron? Todo un dispendio de recursos públicos, de los cuales nunca, se le ha entregado cuentas al pueblo de México: créditos clandestinos en banca de desarrollo, un negocio de políticos y empresarios.